En esta Filosofía Fundacional, la música, a través de la creación, la interpretación y la difusión, motiva la vida intelectual, afectiva y física de los seres humanos, al mismo tiempo que les entrega esenciales valores para su convivencia, crecimiento integral y una vida más placentera, buena, bella y verdadera. Por tales motivaciones se trabaja hoy por el cultivo y desarrollo de las artes en sus niveles más altos, sabiendo que se contribuye a elevar la cultura, a sensibilizar pensamientos y acciones y a perfeccionar los sentidos.
Sobre esta base, es posible crear también mejores y más amistosas relaciones humanas y a vincularse positivamente con la naturaleza porque, quienes se dejan encantar por la música, se entregan a la armonía primera del universo y a la vida en todo lo que tiene de amor y esperanza, de paz y alegrías. Lo que se haga por las manifestaciones artísticas y por conservar el paisaje espléndido del sur chileno, no es otra cosa que trabajar con entusiasmo, esfuerzo y perseverancia por una sociedad con alma.