La Orquesta Sinfónica Nacional Juvenil de Chile se presenta en el Espacio Tronador, Sala Nestlé, del Teatro del Lago, ofreciendo su segundo concierto en el marco de las 51 SMF 2019. El primer concierto lo realizaron con gran éxito en el Teatro Municipal de Chillán, marcando un hito, en SMF, ya que es su primer concierto de extensión en SMF. Nos enorgullece profundamente que esta orquesta de talentos juveniles haya tenido esta hermosa experiencia de extensión, tan valorada por SMF.
Inicia la velada con un video acerca de la Comunidad Foji de Chile, complementándose con un discurso de su Directora Ejecutiva, Alejandra Kantor Brücher.
Abren el programa vespertino con una pieza sinfónica –El Huaso y el Indio- del autor chileno Juan Casanova Vicuña. En ella conviven un lenguaje impresionista y rasgos nacionalistas. El huaso está presente mediante giros propios de la cueca y la tonada; el indio por intermedio de reiterados esquemas rítmicos mapuches y, de paso, en alusiones a la trutruca. Continúan con el Concierto para violín en Sol menor Op. 26 de Max Bruch. Bruch fue un importante compositor alemán de la misma generación de Brahms, siendo cinco años menor que él, y en la etapa tardía de su carrera brilló también como director de orquesta. Su producción es abundante y pese a que su música se escuchó mucho durante el siglo pasado, su presencia en la sala de conciertos se ha visto reducida principalmente a dos obras, la Fantasía Escocesa y el presente Primer Concierto para violín. El compositor esbozó este concierto en 1857, estrenándose en 1866. Son tres movimientos sin pausa, que sigue el habitual patrón rápido-lento-rápido. Luego de un redoble de timbal y desconsoladas frases de vientos, el violín entra meditativamente, aumentando gradualmente su fuerza para dar paso a pasajes que van de añoranza romántica a tormentosos paisajes. El Adagio es nostálgico y posee una alta exigencia técnica para el solista, inusual en los conciertos románticos. El Allegro energético está inspirado por el folklore húngaro, y el violinista debe echar mano a toda su artillería virtuosística. Actuó como solista el integrante de la orquesta Jarec Rivera, abordando este concierto con maestría. Sus virtudes resaltaron e interpretó la pieza con contundencia. Después del intermedio, tocaron la Sinfonía N°1 en Do menor Op. 68 (1877) de Johannes Brahms. Brahms esperó hasta los 43 años para incursionar en la sinfonía. Antes sentía que la marca que había dejado Beethoven era insuperable. Su aporte, el primero de cuatro, se caracteriza como un viaje de la oscuridad a la luz, desde el sombrío y dramático primer movimiento hasta el triunfante final, en que el tema principal tiene una cierta semejanza al final de la Novena Sinfonía de Beethoven, que el maestro Valdés dirigió con sabidurá escuchándose magistralmente. (Basado en Comentarios al Programa por Álvaro Gallegos).
Fotografías: Osvaldo Guerrero Águila, Jorge Rodríguez Castellanos.